A mi amada Reyna...

Cuando llegaste eras apenas una pequeña bola de pelos, tan pequeña que calzaste perfecta en mis manos. Como sabes en un principio tú estabas destinada para mi sobrina Danna, pero a veces las cosas no suceden como han sido planeadas y la historia sin querer se reinventa creando nuevos desenlaces.
Al saber que eras un cocker, la película “La dama y el vagabundo” fue la antesala perfecta para escoger tu nombre. ¡Reyna! Gritamos todos a una sola voz. Claro que algunos optaron por llamarte leka, lekika y algunos vecinos te llamaron princesa. Eso no te importaba siempre y cuando te regalaran alguna galletita. Eras una golosa.
Tu llegada coincidió con la  presencia de un bebe en casa. Ese fue la  primera causa que te acerco a mí.  Ya que  como todo cachorro, la primera noche que te llevaron a tu nuevo hogar lloraste a gritos. No duraste ni dos horas allí. Como el bebe tenía que dormir, rápidamente te desterraron a una habitación alejada y por suerte cercana a la mía. Sin duda estar sola no te gusto, porque volviste a llorar. Mi mama y yo te observamos un rato y tratamos de calmarte, pero nada. Hasta que ella tuvo la gran idea de subirte a la cama y darte calor. Yo mire encantada toda esa escena, ya que  era la primera vez que en mi casa se rompía las reglas. ¡Un perro en la cama jamás! Pero…nunca digas nunca jamás…. Eso sin duda te gusto mucho. Ya que dormiste tranquila y solo lloraste para hacer piss.
Los días pasaron volando, los meses y…ya era tarde. Nadie te pudo quitar la costumbre de subirte a la cama y deslizarte bajo el cubrecama. A veces me despertabas a media noche jalándome los cabellos o colocando tu nariz fría en mi cara para que te hiciera un campito.
Siempre odiaste a los veterinarios. Nunca olvidare la vez que tuvieron que colocarte un bozal porque casi muerdes a la doctora. Era gracioso verte toda triste por eso. ¿Recuerdas cuando te lleve a bañar y cortar el cabello? Regresaste temblando y con los  bigotes afeitados. Nunca más te prometí, nunca más. Desde ese día te bañaría yo.
 Bañarte  fue siempre una tarea difícil. Cuando escuchabas crujir la bolsa del algodón te escondías bajo la cama porque sabias que la limpieza de oído se acercaba. Nunca te agrado eso… pero era inevitable. Perdóname, era por tu bien. ¿Sabes? A mí tampoco me gustaba hacerlo. Lo hacía porque era necesario… para que estés bien.
Eras una dormilona…te levantabas toda ojerosa y con todo el pellejo caído. Parecías un hush puppies (Basset Hound) Hasta te hice un video ¿recuerdas?



 Te paseabas cual Reyna por la casa. Los vecinos y las visitas no te tenían miedo…parecías tan pacifica y no tardaban en querer tocarte. La mayoría de las veces te dejaste…Pero a otros les diste un gran susto. Pero nada grave. Salvo ese señor….
Eras una gran olfateadora y muy corta de vista. A veces cuando salías a la puerta, nos confundías con otras personas. Inclusive te acercabas moviendo la cola. Cuando te dabas cuenta de tu error regresabas avergonzada. Reímos mucho por eso. Te encantaba enterrar huesos cada vez que regresabas con la nariz llena de tierra, lo sabíamos…pero lo que no sabias era que Locki desenterraba tus huesos y se los comía.
¿Recuerdas las palomas del patio? mil veces intentaste atrapar una sin exito. ¿y la gallina? como te gustaba asustarla. ¿Sabes? la pata esta por dar patitos...te hubieses divertido mirándolos nadar y asustándolos. Jajaja…eras terrible.

Nunca pude entender por qué te gustaban los malos olores, revolcarte en popo de gallina o en la basura, era asqueroso. Muchas veces tuve que bañarte hasta 2 veces, porque ibas a revolcarte en lo más sucio que encontrabas. Si, ya sé que te asustaba la secadora de cabello… Pero era la única forma, para que quedes linda y no te revuelques en la tierra.
Al inicio cuando enfermaste lamento no haber podido acompañar al veterinario. Perdóname, es que tenía miedo. Ya sabes… yo soy así. Siempre fui contigo. Pero ahora había algo que me clavo al piso. Un presentimiento. Todo fue tan rápido, dejaste de comer y bajaste de peso rápidamente. Estaba pendiente de ti de tus medicinas, de tu tratamiento. Te obligue a comer esos colados de espinaca, espárragos. Se me rompió el corazón en pedazos cuando dijeron que tenías cáncer y recomendaron la eutanasia. Te lleve a otro veterinario, ese el que hace rueditas a los perros paralíticos. Ellos salvan a los perritos quemando hasta el último cartucho. Pero ellos confirmaron metástasis en los pulmones. Además había un tumor ramificado aplastando tu esófago y eso te causaba dolor. Por eso no querías comer y temblabas. Tuvimos que tomar la mejor decisión para ti. Fue muy difícil… retrase los días, pero tu sufrías. No podía permitir eso. Mi egoísmo de tenerte junto a mí, no te podría causar mas daño. Toda la familia estaba de acuerdo. Te amamos tanto que lo teníamos que hacer por ti, aunque eso nos cause tanto dolor.
Ese día en el veterinario, te vi a los ojos y vi que estabas tranquila en paz. El domingo 18 de diciembre te dejamos descansar.
Hoy es 23 de diciembre, Llega la navidad y te extraño. Estoy tratando de rescatar tu recuerdo de este dolor que lo envuelve. No quiero recordarte con dolor, pero la herida aun está abierta y duele. Perdóname por eso.  Llegara el día que al pensar en ti… la alegría llenara mi corazón y recordare con felicidad la experiencia de haberte conocido.
 Te quiero, te quise y te querré siempre...lo sabes.

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