Nunca digas, nunca jamás...

La primera vez oí hablar de  los benditos pets.... no le tome importancia. Ni siquiera deje que me explicaran de qué se trataba.  Ya había visto bastante de los juegos sociales en los muros del Facebook.  Esquive por mucho tiempo  los múltiples ruegos de mi sobrina, que con insistencia trataba de introducirme al mundo de las mascotas virtuales. Yo no quería  ver mi Facebook lleno de publicaciones con muñequitos de colores y demás fruslerías. Jamás caería en las redes de esos juegos online que te hacen perder el tiempo en cosas irreales. Un mundo virtual ¡Jamás!!!¿Para qué?
Pero Jamás digas nunca jamás...
Un día  regrese temprano de mi trabajo y pille a mi sobrina jugando el dichoso juego en mi computadora…Hola tía, un ratito voy a coger un pescadito… me dijo con esa voz que solo los niños pueden entonar.
Me senté a su costado con la intención de apurarla y que cerrara la página. Apúrate…le dije. En la pantalla vi un muñequito que con esfuerzo  jalaba su caña de pescar. Me quede observando como sacaba zapatos viejos, botellas, llantas de bicicletas y algunos pescaditos. La vi caminar por un pueblo lleno de casitas y   bañando unos muñequitos llenos de moscas. Ella me explicaba  que tenía que trabajar para ganar dinero y poder comprar las cosas que venden en las tiendas. Todo iba bien hasta que ella lanzo la pregunta:
 ¿Puedes ayudarme?
Ella había soltado  el mouse y con un aire despreocupado me dijo: Solo visítalos, y báñalos… Sin resistencia alguna casi como una autómata cogí el mouse y me enganche con  las compras, los juegos y las moscas.
Horas después cuando reaccione. Me dije que esto era solo temporal y además solo lo hacía para ayudar a mis sobrinos. Yo Jamás sacaría uno de esos pets en mi cuenta personal. Jamás.
 Y así comencé a jugar...adoptando los pets  ajenos. Pero lamentablemente eso no duraría mucho y cuando me di cuenta. El juego me había atrapado.


 Ahora cuando abro mi Facebook lo primero que buscan mis ojos es esa pequeña  pezuña azul, le doy click y las horas pasan volando.
 ¡Tía, los Playfish se compran con dinero de verdad!...Yo, mientras juego con mi última adquisición … abro los ojos muy grandes y le digo: Eso Jamas!!!
Me olvidaba... nunca digas nunca jamás...

Actualización:19/11/2011.
Auxilio!!!! Quiero recuperar mi vida.
Actualización:1/12/2011.
Tengo un plan. Estoy preparando una ruta de escape para abandonar a mi pet. Espero tener suerte y voluntad.

Y los años tambien pasan volando...

La primera vez que postule a la Escuela de Bellas Artes lo hice saliendo del colegio.  Sin preparación alguna, faltando un día para que cerraran las inscripciones, compre el prospecto y me aventure a lo desconocido. El día del examen de dibujo un bodegón en blanco y negro me esperaba...¿Pero, que era un bodegón? La verdad lo hice fatal, tanto que ni siquiera fui al segundo examen.
Después de mi fallido intento  me inscribí en el museo de Arte de Lima. Allí seguro aprendería todo lo que tenía saber sobre los bodegones. Al menos esa fue la idea original.
El museo de arte fue sin duda el principio de una serie de acontecimientos...allí sufrí mi primera metamorfosis. Es decir escupí el último rezago de la etapa escolar que aun llevaba en hombros.
La clase de dibujo la impartía el profesor Cesar Castro, un pequeño hombrecillo que derrochaba un empalagoso afán por invadir fronteras...Aun puedo recordar a Giovanna luchando con limpiatipo en mano tratando de borrar unos trazos, refunfuñando entre dientes alguna maldición para tal retorcido personaje.
La observe y en pocos minutos la conversación fluyo. Fue un momento mágico. Podía entender su idioma y ella el mío, era la primera vez que me encontraba frente a alguien de  mi misma especie.
Sentarse en el piso se convirtió en una acto religioso...Jamás podría olvidarme de ese piso.
El siguiente mes conocí a Ivonne. Giovanna me había contado mucho de ella, Ivonne escribía unos poemas afines a mi especie. El día que la conocí ella vestía un traje muy formal y estaba impecablemente arreglada. Me miro de reojo y observo mis movimientos de  rato en rato mientras  fumaba un cigarrillo. Pasaron los días y mi ropa se fue oscureciendo.
Comencé a escribir poemas, historias, en cuaderno que aún conservo.
Después de algún tiempo nos unimos a otro grupo, la manada fue creciendo y tomando diversos rumbos. Giovanna estudio en San Marcos, Ivonne y yo fuimos a Bellas Artes.
 Poco a poco nos alejamos, casi sin sentirlo... las horas que antes pasaban volando se convirtieron en años y décadas.
Sueño algún día poder reunirnos nuevamente las tres y tomarnos un café. Recordar ese piso, las casacas negras o esa empanada que nos salvaba el almuerzo.
Hace poco me reuní con Giovanna, pero faltaba algo...Ivonne. ¿Dónde estás?

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