Y los años tambien pasan volando...

La primera vez que postule a la Escuela de Bellas Artes lo hice saliendo del colegio.  Sin preparación alguna, faltando un día para que cerraran las inscripciones, compre el prospecto y me aventure a lo desconocido. El día del examen de dibujo un bodegón en blanco y negro me esperaba...¿Pero, que era un bodegón? La verdad lo hice fatal, tanto que ni siquiera fui al segundo examen.
Después de mi fallido intento  me inscribí en el museo de Arte de Lima. Allí seguro aprendería todo lo que tenía saber sobre los bodegones. Al menos esa fue la idea original.
El museo de arte fue sin duda el principio de una serie de acontecimientos...allí sufrí mi primera metamorfosis. Es decir escupí el último rezago de la etapa escolar que aun llevaba en hombros.
La clase de dibujo la impartía el profesor Cesar Castro, un pequeño hombrecillo que derrochaba un empalagoso afán por invadir fronteras...Aun puedo recordar a Giovanna luchando con limpiatipo en mano tratando de borrar unos trazos, refunfuñando entre dientes alguna maldición para tal retorcido personaje.
La observe y en pocos minutos la conversación fluyo. Fue un momento mágico. Podía entender su idioma y ella el mío, era la primera vez que me encontraba frente a alguien de  mi misma especie.
Sentarse en el piso se convirtió en una acto religioso...Jamás podría olvidarme de ese piso.
El siguiente mes conocí a Ivonne. Giovanna me había contado mucho de ella, Ivonne escribía unos poemas afines a mi especie. El día que la conocí ella vestía un traje muy formal y estaba impecablemente arreglada. Me miro de reojo y observo mis movimientos de  rato en rato mientras  fumaba un cigarrillo. Pasaron los días y mi ropa se fue oscureciendo.
Comencé a escribir poemas, historias, en cuaderno que aún conservo.
Después de algún tiempo nos unimos a otro grupo, la manada fue creciendo y tomando diversos rumbos. Giovanna estudio en San Marcos, Ivonne y yo fuimos a Bellas Artes.
 Poco a poco nos alejamos, casi sin sentirlo... las horas que antes pasaban volando se convirtieron en años y décadas.
Sueño algún día poder reunirnos nuevamente las tres y tomarnos un café. Recordar ese piso, las casacas negras o esa empanada que nos salvaba el almuerzo.
Hace poco me reuní con Giovanna, pero faltaba algo...Ivonne. ¿Dónde estás?

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