¡Loca, YO, que va!

Después que salí del colegio, debo reconocer que no tenía una identidad, es decir esa identidad que expresamos cuando nos vestimos y nos mostramos en público. En el colegio, el uniforme y el buzo de ley cubrían esa necesidad. Además, esas prendas también me auxiliaban en las ocasionales salidas al mundo exterior, como por ejemplo hacer trabajos en grupo o alguna salida extracurricular.
Pero cuando el colegio termino, se acabo el uniforme, se acabo el buzo, y surgió la pregunta ¿Y...Ahora que me pongo?
Estaba en aprietos, la moda no fue algo que cultive en mi closet, y... de la noche a la mañana no iba a brotar trapos acordes con mí ser. Así que solo me deje llevar  y me puse lo primero que encontré. Aun recuerdo ese día, un  polo amarillo con una mariposa en el lado del corazón, una falda tableada de color crema y unas zapatillas rosadas. Parecía salida de una película de los 70.
Bueno, ese fue mi primer día, después solo me quedo mimetizarme con lo primero que se me puso al frente.
He pasado por varias metamorfosis desde las zapatillas rosadas hasta unas botas tipo ejército, desde una gran falda naranja, hasta los jeans teñidos de amarillo patito, desde el hippie, hasta punk y al final la mescla de las dos. La cereza del pastel era sin duda mi cabello largo y despeinado, muy común en mí en todas mis etapas.
Y así caminaba yo, muy oronda  por el centro de Lima, sin preocuparme de lo que opinen los demás, cada paso, cada mirada extraña, me hacía  más poderosa y fuerte.
Por ese tiempo yo estaba en la etapa de hacerme mi propia ropa, desde las sandalias de cuero, la blusa teñida en batik, hasta el rediseñado del jean roto y desgastado.
Pero siempre algo sucede, algo que cambia el sentido de las cosas… algo que  te mueve el piso y te obliga a virar a 360 grados.
Ese algo me pasó un día que caminaba  por Jirón Huallaga rumbo a la av. Abancay. Sí, yo iba con una tenida de ropa rediseñada por mi  y las infaltables mechas revueltas, caminaba algo distraída repasando para mis adentros unos soliloquios pendientes del día anterior, no me percate, que de mi lado de la  vereda, venia una loca, sucia, cubierta de plásticos, papeles y algunos objetos irreconocibles, cuando me di cuenta era demasiado tarde para esquivarla, la tenía casi al frente de mi, yo detuve mi paso, ya que ella se quedo parada mirándome meticulosamente por algunos segundos, que por cierto para mi fueron demasiados , de pronto ella esbozo una sonrisa y sin quitarme la mirada de encima  me grito "LOCA"
Si, y con mayúsculas, yo me quede fría, pegada al piso, estaba acostumbrada que la gente común me diga cosas, pero que una loca, me diga LOCA era un asunto grave.


¡Loca, YO, que va!

Después de esa experiencia, los locos me parecen peligrosamente interesantes. Aquí les muestro algunas tomas que pude sacar siempre con un teleobjetivo de gran alcance...por las dudas, no vaya a ser que tengan algo mas que decirme....


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